Tener un hijo cambia tu vida de maneras que no puedes imaginar hasta que lo vives.
No importa cuántos consejos recibas o cuánta preparación hagas, nunca estarás completamente listo para los cambios que vienen con la maternidad o la paternidad.
A continuación, exploramos algunas de las diferencias más notables entre tu vida antes de ser madre y después de tener un bebé.
1. El baño, tu nuevo refugio
Antes, ir al baño era simplemente parte de la rutina diaria. Sin embargo, después de tener hijos, el baño se convierte en tu espacio de escape. Es el único lugar en la casa donde puedes disfrutar de unos minutos de soledad.
Aunque nunca imaginaste que lo usarías para esconderte, ahora lo ves como un lugar de paz momentánea en medio del caos de la crianza.
2. Galería de fotos
En otra vida, probablemente tenías una galería de fotos en tu móvil llena de paisajes, selfies o fotos con amigos. Ahora, tu galería está llena de fotos de tu bebé.
Sorprendentemente, aunque las imágenes sean casi iguales, cada una te parece única. Tus amigos lo notan, aunque tú te niegues a aceptarlo.
3. El sueño, ese bien tan preciado
Antes, dormir era una actividad sencilla: te acostabas, te acurrucabas con tu pareja y dormías sin interrupciones. Ahora, el sueño es fragmentado, y compartir la cama con tu pequeño es parte de la nueva rutina.
Aunque algunas noches son difíciles, hay algo especial en ese momento de unión familiar, incluso cuando no descansas tanto como te gustaría.
4. Las noches de chicas
Antes podías salir con tus amigas, disfrutar de cenas, copas y largas conversaciones sin preocuparte por la hora de volver. Ahora, las noches fuera de casa son escasas.
La mayoría de las veces prefieres quedarte en casa, compartir una copa de vino y ver una película, aunque a menudo te quedes dormida antes de que termine.
5. Tiempo en la piscina
Las tardes de sol en la piscina solían ser momentos de relajación personal. Ahora, estar en la piscina es sinónimo de vigilar a tus hijos mientras juegan.
Te has convertido en una madre socorrista, siempre atenta y sin poder relajarte por completo, porque tus pequeños requieren toda tu atención.
6. Hacer ejercicio
Hacer ejercicio sigue siendo parte de tu vida, pero ha cambiado mucho.
Si antes tenías una rutina estructurada, ahora tu hijo se ha convertido en tu compañero de entrenamiento, acompañándote en cada ejercicio y asegurándose de que nunca estés sola.
7. La cena
Las cenas románticas han quedado en el pasado. Ahora, la prioridad es lograr que tu bebé coma.
Las largas conversaciones con tu pareja se sustituyen por esfuerzos conjuntos para que tu hijo acepte cada cucharada, lo que convierte la cena en una misión más que en un momento de disfrute.
8. Ver películas
Antes, disfrutabas de largas noches de películas y series. Hoy, aunque el plan sigue siendo el mismo, rara vez logras mantenerte despierta hasta el final de una película.
El cansancio siempre vence y, al final del día, prefieres tu almohada antes que cualquier otra cosa.
9. Salir de casa
Salir de casa solía ser rápido y sencillo. Ahora, prepararse para salir implica preparar varias bolsas llenas de cosas para el bebé.
Lo que antes era una decisión espontánea, ahora requiere planificación y previsión de cualquier cosa que tu hijo pueda necesitar.
10. Vacaciones
Las vacaciones antes de ser madre eran una oportunidad para desconectar, viajar ligero y descubrir nuevos lugares. Ahora, viajar con un bebé significa llevar un equipaje considerable y planificar hasta el más mínimo detalle, porque cualquier cosa que olvides podría ser justo lo que tu pequeño necesite.
Independientemente de cómo era tu vida antes de tener hijos, una cosa es segura: tu bebé ha traído una luz especial a tu mundo.
Aunque las cosas han cambiado, cada pequeño momento con tu hijo hace que el esfuerzo valga la pena.